La decisión del máximo tribunal del país abre un nuevo ciclo
político en el país más grande del continente.
1.
La Operación Lavadero de Autos se devoró a su principal enemigo
Nacida en los últimos años del primer mandato de Dilma, la Operación Lavadero de Autos (Lava Jato) se apoyó en la prisión preventiva, la delación a cambio de beneficios procesales y la posibilidad de ir preso en segunda instancia, decisión tomada por el Tribunal Supremo Federal en 2016. Estos tres instrumentos jurídicos de coerción contra los presuntos imputados hizo que el radio de esta investigación prosperara y creciera al calor de las operaciones mediáticas en el país. En un contexto en el que fue declarada judicialmente como una operación “excepcional que no debía seguir las leyes del país”.
Nacida en los últimos años del primer mandato de Dilma, la Operación Lavadero de Autos (Lava Jato) se apoyó en la prisión preventiva, la delación a cambio de beneficios procesales y la posibilidad de ir preso en segunda instancia, decisión tomada por el Tribunal Supremo Federal en 2016. Estos tres instrumentos jurídicos de coerción contra los presuntos imputados hizo que el radio de esta investigación prosperara y creciera al calor de las operaciones mediáticas en el país. En un contexto en el que fue declarada judicialmente como una operación “excepcional que no debía seguir las leyes del país”.
Bajo este mandato, el juez Sergio Moro, junto a los medios
privados, sentenció ante la opinión pública a Lula Da Silva como el principal
responsable de la trama de corrupción que investigaba. Casi cuatro años
después, la prisión preventiva y la delación premiada hicieron que el dueño de
la constructora OAS confesara la entrega de un departamento a Lula en calidad
de soborno. Esta fue una de las dos pruebas utilizadas por Moro para condenarlo
a nueve años de prisión, junto a un certificado de compra-venta que no llevaba
su firma.